NI BLANCANIEVES ERA TAN BUENA, NI QUIZÁS LA BESTIA UN APUESTO PRÍNCIPE
Parece que ha surgido un interés en el mundo del cine por realizar películas basadas en los cuentos infantiles, en las que algunas de ellas van dirigidas a todos los públicos, y eso significa que no es una película para niños, sino que las pueden ver todas las edades.
El género perfecto para eso es el cuento de hadas, porque es algo que nunca te abandona. Pues aunque crezcas o envejezcas, el cuento de hadas representa el edén de la infancia. Nos acompaña, y tienden a morir y transformarse a medida que evolucionamos, que crecemos.
Al volver a ver este género de películas, vemos más cosas de las que veíamos en nuestra infancia, y tenemos la extraña sensación de soñar con los ojos abiertos, tiene algo de hipnotizante. No contradicen lo que vimos de niños, y algunas de las nuevas versiones trabajan a varios niveles de lectura, donde todos podrán verlas, cada uno a su manera.
Los hermanos Grimm, Jakob y Wilhelm, se hicieron célebres por sus cuentos infantiles como Blancanieves, La Cenicienta, Hänsel y Gretel, Rapunzel, La Bella durmiente o Juan sin miedo.
Ellos no fueron los autores de estas historias, sino que se limitaron a recopilar cuentos de la tradición oral alemana destinadas a los adultos y no a los niños, debido a su violencia y contenido sexual.
Su primer libro fue "Cuentos para la infancia y el hogar", publicado en dos volúmenes a principios del siglo XIX, fue censurado y reelaborado en ediciones posteriores para suavizar el contenido, pues reflejaban la extrema dureza de la vida en la Edad Media.
Todo ello con el propósito de transformarlo en una obra destinada al público infantil, y contentar al público burgués, principales destinatarios.
Evidentemente, algunos de estos antiguos relatos no eran nada recomendables para leérselos a los niños, siendo el resultado unas versiones descafeinadas, desplazando a los cuentos originales que continuaban vivos en la tradición oral.
Como se puede deducir, estos cuentos de hadas originales no tenían final feliz, ya que, fueron creados para enseñar a los niños lecciones de vida.
Y como la vida misma, no había censura respecto a lo que se debía aprender. Reflejaban la sociedad violenta, cruel y por lo tanto, las enseñanzas eran más despiadadas.
Hay otras historias no tan popularizadas por Disney, y no tan inocentes, pero tienen una enseñanza muy valiosa. Si estas historias eran relatadas a los niños, por alguna razón sería.
Así, los cuentos han llegado hasta nuestros días también dulcificados por Perrault, y Walt Disney, el gran cirujano de la narrativa tradicional, a quien se le ha tachado de "gran corruptor de menores, y la mayor catástrofe estética, moral y cultural del siglo XX".
Si recurrimos a la comparación entre el Pinocho que Carlo Collodi publicó en 1882, y el que Disney estrenó en 1940 es más que gráfica: el cascarrabias Geppetto se convierte en un anciano tierno con pez y gato; el tiburón en ballena, y el grillo no desaparece para reaparecer más tarde, sino que se transforma en acompañante de la marioneta que nunca termina de llegar a la escuela.
Por supuesto, en el cine nunca se vio lo que puede imaginarse en el libro: a Pinocho contemplando su propia muerte como muñeco.
Caperucita Roja es una de las historias más complicadas, porque se la fueron pasando como una pelota de pimpón entre Grimm y Perrault. No se atrevían a adaptarla porque es un cuento que bebía de la línea del matriarcado. Es una historia que preponderaba la libertad, la individualidad femenina y su poder. Al final, Perrault solucionó el tema quitando quince años a la protagonista.
La historia de Blancanieves, del siglo XVI, fue dulcificado un siglo y medio después por los hermanos Grimm, "el personaje de Claudia, la madrastra, es el más importante porque en ella confluyen los arquetipos de la fuerza femenina. La historia se destila en una encarnizada lucha a muerte entre sus dos antagónicas protagonistas. En la original, el daño lo origina Blancanieves al provocar la muerte del hijo nonato de Claudia. Ahí la madrastra se vuelve loca y mala".
Habría entonces que revisar los cuentos clásicos de la tradición infantil, y rescatarlos en su esencia más original, pues los que se han manipulado están castrados por los estereotipos sexuales y violentos, como Barba Azul, La Cenicienta, y La Bella Durmiente.
Por lo tanto, es difícil desligar lo que se debe a ciertos autores como Charles Perrault, y lo que se debe a la tradición oral de donde surgieron estas historias originales.
El maquillage y la censura forman parte de la evolución editorial de la literatura para niños, tanto como la brutalidad de muchas peripecias que la nutren.
Fotografía de Manuel de los Galanes |
Si rastrillamos más, nos daremos cuenta de que en primer lugar no es una historia anónima heredada de un pasado lejano, sino que el cuento de hecho, es una obra literaria creada por una escritora francesa Madame Gabrielle-Suzanne de Villeneuve, en 1740.
En ella se abordan temas de interés para la mujer de su tiempo, siendo el principal la crítica a un sistema de matrimonio en el que las mujeres tenían pocos derechos legales.
Así, en la historia de noviazgo animal que se presenta en el cuento, en verdad se trata de corporizar los miedos de la vida real de aquellas mujeres que podían ser comprometidas a casarse con un extraño, y no sabían si se iban a encontrar con una bestia o un amante en el tálamo matrimonial. El cuento reflejaba las realidades que vivían, y sus sueños de tener una mejor forma de vida.
Así que, ¿cuántas historias se habrán perdido en el tiempo?, ¿cuántas valiosas lecciones de vida habrán desaparecido para la protección de las inocentes mentes de los niños?.
Bien, no subestimeis la comprensión de los niños, pues en la gran mayoría de ocasiones, y por hacer uso de la cautela al afirmar que, ellos son siempre más conscientes de la situación que les rodea que los mismos adultos.
Os invito a elegir un cuento que hable de vuestra experiencia de vida, y en vosotros está tomar la versión edulcorada y manipulada, o la más oscura pero real.
©Merche Chicote
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